¡¡¡ bienvendidos miembros del jurado !!! esta web ha sido crada para ser leida por los miembros del jurado del premio del consejo social a los mejores estudiantes erasmus de la universidad rey juan carlos. espero que disfruten de su lectura tanto el excmo. sr. presidente del consejo social como el excmo. vicerrector de relaciones internacionales, al igual que el director del Servicio de Relaciones internacionales y los dos vocales del Consejo social

miércoles, octubre 11, 2006

Montar a caballo por los montes austriacos

Yo estaba tranquilamente en casa cuando mi amigo Alex me telefoneó al móvil y me dijo: “Ven a buscarme en una hora a la estación de tren, cancela lo que tengas que hacer esta tarde. Va a ser una tarde extraordinaria, tengo una sorpresa”. “¿Qué sucede?, ¿te quedas a dormir en mi residencia?” Alex me explica que ha quedado con su novia suiza, que vive en un castillo muy cerca de Krems, y nos ha invitado a montar a caballo. Así que dicho y hecho, en una hora fui a buscar a Alex a la estación de tren y después fuimos al castillo donde vive Atala. Fuimos en mi coche hasta el pueblo y luego no fue difícil encontrar a Atala, vive en el castillo que se ve desde la carretera. Cuando entramos con el coche por la puerta principal del muro que rodea el castillo vimos a Atala esperándonos mientras preparaba tres caballos, uno para cada uno. Atala está estudiando traducción, especializándose en italiano y alemán. Como a Alex le enfadaba que hablásemos en francés, porque él no lo entiende y como yo no hablo alemán, empezamos a hablar en italiano, un idioma que a Alex y a mi nos gusta mucho. Cuando salimos al campo sucedió lo inevitable, que a los 20 minutos Alex y Atala empezasen a hablar entre ellos en alemán y yo a mirar el paisaje. Era la primera vez que salía a montar a caballo al bosque, siempre había montado a caballo dentro de un picadero. La experiencia fue inolvidable. Fue muy divertido y la sensación de libertad y contacto con la naturaleza de ir a caballo por los caminos del bosque es una sensación que nunca olvidaré. Lo peor del día fue el susto que tuve cuando el gracioso de Alex decidió poner su caballo al galope y mi caballo salió a la carrera inmediatamente. Nunca había galopado en campo abierto. Después de una carrera de unos cien o doscientos metros conseguí parar el caballo y mi amigo Alex no paró de reírse en toda la tarde. La verdad es que aquella tarde fue muy divertida. Tras dejar los caballos en la cuadra fuimos a cenar a Krems y, evidentemente, Alex no se quedó a dormir en mi residencia.